domingo, 18 de enero de 2015

Los chorizos de la policía portuguesa

En cierta ocasión mi padre encargó a mi tío Ángel, que tenía una tienda de ultramarinos en la calle Alcalá junto a la Puerta de Alcalá -de hecho la tienda se llamaba Puerta de Alcalá- unos kilos de chorizo (aun a sabiendas de que estaba prohibido), que debía llevar a Portugal un conocido que viajaba en esos días.
El viaje lo realizó en el Lusitania Express y los chorizos se quedaron en la frontera, se los pillaron al conocido que los portaba y fueron requisados. Nada más llegar a Lisboa el conocido telefoneó a mi padre para comunicárselo, inmediatamente mi padre telefoneó a la policía de la aduana para pedirles que retuvieran el paquete pues otro conocido pasaría a recogerlo y devolverlo a Madrid. Cuál no sería la sorpresa de mi padre cuando le dijeron que ya los habían quemado. Una parte seguro que la quemaron en sus estómagos.
Durante muchos años España no pudo exportar productos del cerdo, por lo que tampoco se podía viajar con ellos.

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